14 jun 2008

Y EL VERBO SE HIZO CANTO: LA SOMOTEÑA

Por Carlos Mejia Godoy

Cuando éramos chigüines, nuestro gozo era acarrear el precioso liquido en cojinillos de madera y aluminio, en el lomo de los simpáticos burritos, que igual que las celebres rosquillas somoteñas, son parte del escudo heráldico del departamento de Madriz.

A orillas del Michigüiste, en los años cincuenta, quedaban los Baños públicos “La Ilusión”. Las familias más pudientes iban de paseo, con sus morralitos de comida casera. Acampábamos bajo los frondosos palos de mango, jocotes y guayabas. Algunos bajaban hasta las pozas del río. Otros se limitabas a meterse bajo las regaderas, instaladas en pequeños cuartitos o cubículos, que pertenecían al recordado Don Ramón González.

A orillas del Michiguiste se apreciaban manchas de palos de bambú y no olvidare jamás cuando, temblando de pasión y ternura, por primera vez dibuje, con un cuchillo de mesa, un corazoncito atravesado por una flecha y junto al símbolo amatorio, las iniciales de la chavala que me arranco los primeros suspiros de mi pubertad. Se llamaba Janeth; hija del Dr. Paiz, medico militar, que llego de Managua, transferido por espacio de dos años.

La Poza de Musunce era hermosa y profunda. Yo miraba con envidia a los chavalos de mi edad, tirarse desde un tigüilote, con una facilidad y una audacia, que me dejaba “lele” de admiración. Tenía pánico de morir ahogado. Y eso me inhibió de vivir una de las emociones de aquellos años: nadar y retozar en medio de aquella fecunda vocingleria infantil.

Mi hermano Armando, el menor de los varones, tuvo el privilegio de vivir intensamente todas las peripecias y epopeyas de un autentico “chavalo pueblerino”. Eso le permitió, no solo vivir intensamente ese periodo de la vida, sino –lo más importante- conectarse con el entorno natural. Por eso, entre nosotros, es el más profundo conocedor de los árboles, la flora, la fauna, las costumbres, tradiciones y –sobre todo- el patrimonio cultural de esta zona privilegiada. A su oficio de agrónomo, añadió un ojo de lince, para descubrir los vestigios de nuestros ancestros: cerámica, petroglifos, sitios ceremoniales y todo tipo de referentes de nuestra herencia prehispánica mesoamericana.

Y así, disfrutando el hermoso panorama de mi pueblo natal, nació mi segunda canción:




LA SOMOTEÑA Letra y Música: Carlos Mejia Godoy

Cuando recuerdo los días
de la infancia que se fue
coge un sabor a sandía
mi garganta, yo no sé
agua se me hace la boca
con el recuerdo de ayer
como si un mango celeque
yo mordiera sin querer

(CORO)
Somoteña somoteña
dueña de mi inspiración
en el color de tu trenza
se hace pedazos el sol
Somoteña somoteña
si no escuchás mi canción
se hace chingaste de un golpe
todito mi corazón

Nido pequeño colgado
del paisaje montañés
pueblo mío segoviano
de la palma y el ciprés
con tu verde melodía
la guitarra del pinar
me va curando la herida
de quererte más y más

(CORO) Somoteña somoteña…

Cuando vaya hasta El Espino
para verte sólo a vos
que toditos los caminos
se detengan en tu honor
que se incendie de malinches
la Bajada del Tablón
que revienten los corteces
en tu blusa de algodón

(CORO) Somoteña somoteña…

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