23 jun 2008

CARLOS MEJÍA GODOY

Por Carlos Mántica A.

Conocí a Carlos en casa de Erwin Kruger donde nos cantó composiciones que obligaron al maestro a parar la oreja y prestar atención a aquel chavalo de sólo 21 años, que con carita de “yo no fuí” y serrucho en mano, llegaba a apantallarnos. Corría el año 1964. Cuarenta y tantos años de amistad con Carlos me acreditan al menos como testigo de una trayectoria artística que tuve el privilegio de seguir “al vivo y en directo”.
Metido a publicista y artista radial empezó a trabajar para la Publicidad Centroamericana de Carlos Cuadra y de Gonzalo Cardenal quienes me pidieron patrocinar, a nombre de Radios National, su programa Corporito en el que Carlos estrenaba diariamente parodias musicales de corte político que le ganaron de inmediato la simpatía del pueblo y la antipatía del Coronel Luna quien, a causa suya, multó no pocas veces a Radio Corporación. A las 6 de la tarde se trasmitía El Son Nuestro de Cada Día donde Carlos estrenaba sus nuevas composiciones. Como todavía le sobraba música, componía melodías como La Quebradita, que antes de tener letra, nació como puente o cortina para el programa de Pancho Madrigal.
Desde sus parodias y primeras canciones Carlos se destaca ya como un gran versificador. Su metro es impecable y su rima, casi siempre asonante, fluye con tal naturalidad que cuesta discernir si es fruto de una cuidadosa preparación o de una admirable riqueza de lenguaje que le permite la improvisación. Incansable lector, combina en sus canciones un lenguaje culto y con frecuencia poético, con un espontáneo y nunca rebuscado uso del habla nicaragüense, que es su habitual y auténtico modo de hablar.
No recuerdo a otro compositor Nica que maneje con igual soltura el habla campesina, el habla citadina y hasta el Escaliche. A diferencia de quienes buscan la picardía abusando de la vulgaridad de nuestro hablar, no encontraremos en las canciones de Carlos una sola palabra soez. Aunque él asegura que mi libro El Habla Nicaragüense es uno de sus libros de cabecera, es obvio que su maestría del lenguaje la obtuvo en su juventud ocotaleña y en el contacto directo con centenares de personas de todos los rincones y estratos del país. Sus nombres y apodos se consignan en sus canciones como una bibliografía viviente.
Durante la década de los 70, Carlos se adentra en la Canción Protesta, que antecede a su identificación con la Revolución Sandinista. De ese período recordamos:
Algún Día mi Amor, inspirado en un poema de Edwin Castro, Chile, Chile Hermano, Cuando Venga la Paz ( Co autor Allan Bolt ), Cuando Todos los Seres se Amen, De las Cenizas, Desde Siuna con Amor, El Salvador en la Víspera de su Alborada, El Cristo de Palacagüina. Fulgencio el Carretero, La Vende Raspados, La Tumba del Guerrillero basada en un poema de Ernesto Cardenal, Algún Día mi Amor, inspirada en un poema de Edwin Castro, Las Campesinas del Cuá, Los Entierritos, Los Pescaditos del Lago, Mulukukú, Navidad en Libertad, Niña del Vietnam, No Puedo Callar, Venancia Pechos de Cabra, María Rural, Pinocho Pinochet, Rompe el Arado, Rompe, Señor Juez de Mesta, Sos Obsoleto, Tasba Pri, y Vivirás Monimbó
Pronto se manifiesta en Carlos una peculiaridad que deseo destacar. Si a Erwin Kruger se le ha llamado alguna vez nuestro gran paisajista, Carlos es nuestro mayor y mejor Retratista, con el carisma de poder dibujar un personaje y narrar su historia con cuatro pinceladas. Baste recordar:
Abuelita, Beatriz la Meretriz, Chas Mejía, Chinto Jiñocuago, Clodomiro el Ñajo, Firuliche,
Juancito Tiradora, Julián el Organillero, La Pingüina, La Tula Cuecho, Lencho Escaliche,
María Estelí, María de los Guardias, Panchito Escombros, Quincho Barrilete, Tata Bucho, y Terencio Acahualinca..
La lista parece una de sus retahilas.
Son las preferidas del público porque tienen melodías pegajosas, fáciles de interpretar y de conservar en la memoria. Igual talento muestra para las narraciones en las que una vez más resaltan su gran talento gráfico y sus cualidades de versificador. Recordemos:
Sus Corridos a Rafaela Herrera y a La Batalla de San Jacinto, que creo cantó sólo una vez, Cuando La Marucha llegó al Cielo, El Chiripazo, La Honra de la Juana, basada en un cuento de Salarué, La Carmen Aseada ( Que le palabreó Carlos Cuadra ), Las Pipilachas de Oro ( Marcela Muchacha Paladina, del Poeta Pablo Antonio ) Ticuantepe sin Vos; y La Viejecita de Mozambique basada en un episodio de la vida real, escrita de un tirón minutos después de escucharla de boca de Don Victoriano Arizti y que jamás necesitó pulir.
A su pasmosa fecundidad se suma una versatilidad no superada por ninguno de nuestros compositores. Tiene en su haber: Innumerables Son Nicas, Baladas como la Jalalela del Esclavo Bueno (musicalización de un poema de PAC), Valses, Polkas como La Flaquita de la Tunosa, Corridos como Que Viva Managua, Pasillos como Alforja Campesina, Rancheras como su reciente Leona de Tiempo Completo dedicada a las madres nicaragüenses, Habaneras como El Almendro de Onde La Tere, Mazurcas como Cuando Yo La Vide, Sones de Pascua como su Gajo de Chilincocos, Sones de Toros como sus Bombas a Mingo, Instrumentales como El Remolino, Corales como Moropotente, varias Marchas al Frente Sandinista y al menos un Tango: La Desgracia; (Cifar En la Cárcel ), un Swing: El Tatuado; un Vallenato: Chuchú Martínez Murió, un Calipso como su reciente Desde la Loma de Bluefields, Sambas como Luna de Palo, un cha- cha-cha como Minifalda Papacito de la década de los 60s, Vamonos pa’ la Cuesta que suponemos un Mambo pues lo interpretó Perez Prado en Nicaragua y otros ritmos que escapan a mis escuálidos conocimientos musicales.
No puedo dejar de señalar que a diferencia de la mayoría de nuestros mejores compositores, que empezaron a crear para enamorar a alguna chavala no se le conoce un solo bolerito romántico. Sin duda los tiene, pero son un secreto celosamente guardado, que no sabemos si lamentar o aplaudir.
Durante quince años, un grupo constituido por Los Bisturicess Armónicos, ( Dres. César A. Ramírez Fajardo, César Zepeda Monterrey y Wilfredo Álvarez ) Carlos Mántica y Erwin Krüger metidos a folkloristas que en 1970 montaron el Primer Festival Folklórico Nicaragüense donde es hoy el Centro Comercial Managua, Salvador Cardenal Arguello, y su hijo Lorenzo (Chocoyo) Cardenal, José Floripe Fajardo, compositor; poetas: Pablo Antonio Cuadra y Luis Rocha; doctores: Fernando Silva, César Amador Kuhl, Luis Favilli, José Fabio Góngora, Paulino Castellón, y Juan Ignacio Gutierrez, se reune casi religiosamente todos los jueves por la noche.
Ahí, entre tastases y zocorocos, se estrena una canción, un nuevo poema, se comparten las piezas recogidas, se lleva a los mejores intérpretes que hemos ido descubriendo en cada localidad, se hacen grabaciones que alguna vez se ponen en disco... y se cocina alguna versión exótica de nuestra carne de monte: venado, cusuco, guatuza, guarda tinaja, pato, conejo... y hasta algún cuchusapo. Fruto de ese trabajo de recolección será el libro Cantares Nicaragüenses publicado años más tarde por el Dr. César Ramírez y este servidor.
Carlos Mejía Godoy forma parte de este grupo desde un principio. Ya había iniciado el Taller de Sonido Popular y en la década de los ochentas se convertirá, junto con Wilmor López en el principal recolector del canto nicaragüense. A ellos debemos la Brigada de Salvación del Canto Nicaragüense que recorriera lo largo y ancho del país en busca de la canción perdida.
Durante ese tiempo pone letra a sones folklóricos como: Comadre Téngame al Niño que escuchó al ahora difunto Mundo Sandoval, y Flor de Pino que le escuchó en violines de talalate a los Soñadores de Saraguasca. También pondrá música a lo que tituló Las Vaquitas de Don Nelo, una canción anónima que el Padre Azaharías H. Pallais escuchó una vez en Poneloya y cuya letra recitó a Don Nelo Bravo.
En una de esas guitarreadas semanales conoce en mi casa a al Padre Victoriano Arizti, el trotamundo Vasco de su Viejecita de Mozambique quien lo induce a viajar a España, ofreciéndole introducirlo en ciertos medios musicales. El 31 de Enero de 1974 y con temperaturas cercanas al punto de congelación, aterrizan Carlos y los primeros Palacagüinas en el Aereopuerto de Barajas vistiendo cotonas, blue Jeans y caites. Ahí los espera Victoriano quien cumple con lo prometido y pasadas las primeras dificultades logran un triunfo rotundo con 125 conciertos de gala en toda España auspiciados por la CBS.
Llevan ya en su morral El Cristo de Palacaguina que le grabara Elsa Baeza, María de los Guardias que le cantó La Masiel y La Misa Campesina que se había venido incubando a lo largo de varios años, con su Canto de Entrada, Kirye, Ofertorio, El Credo, El Gloria, Canto de la Comunión, y el Canto de Despedida, a la que se ha agregado el precioso Canto de los Pájaros de Pablo Téllez, El Guadalupano.
Llevan también Son Tus Perjúmenes Mujer, recogida por los Bisturices Armónicos en Cosigüina y que le daría la vuelta al mundo.
En España nacerán: Girasol de Andalucía, La Niña de los Ojos de Avellana, La Viejecita de Mozambique, Julián el Organillero, Palabra de Piedra, su segunda versión de El Tatuado, El Barrilete de Colores y La Servilleta.
Con la estadía de Carlos en España se da un salto cualitativo en los arreglos y orquestación de la música nicaragüense. Del trío se salta a la Sinfónica de Londres que interpretará Moralimpia de Justo Santos y a la contratación de los mejores arreglistas de Europa y de Nicaragua.

Además de compositor y recolector, Carlos se convierte poco a poco en un gran divulgador de nuestros mejores compositores y de nuestro folklore. A su labor de divulgación debemos agregar la musicalización de un amplio poemario.
En 1973 invité a nuestro inolvidable Pablo Antonio a inaugurar el auditorio de Culturama con una conferencia sobre Los Cantos de Cifar y a Carlos con la musicalización de varios de sus poemas. Treinta años más tarde culminaría con su apoteósica presentación en el Teatro Nacional Rubén Darío. Su obra incluía ahora:
Una Obertura, La Barcarola, Nacimiento de Cifar, Las Bodas de Cifar, El Pirata (Inconcluso ), El Maestro de Tarca, La Desgracia ( Cifar en la Cárcel), Piolín, La Noche es una Mujer Desconocida, Telón Rodríguez Vaquero de Apompoá, A Eufemia, La Cadejo ( La Rufiana ), Tomasito el Cuque y Marcela Muchacha Paladina y Jalalela del Esclavo Bueno.
Pero los poemas de Pac fueron sólo los primeros en musicalizarse. Les seguirían:
De Luis Rocha: La Mesa y Domus Aurea
De Julio Cortázar: Noticia para Viajeros
De José Coronel: Las Poponé y Luna de Palo
De Carlos Martinez Rivas: El Paraíso Recobrado Y
De Julio Valle: Ronda Tribal
En 1992 y con motivo del Centenario del Colegio de la Asunción de León compone una Cantata casi desconocida y de no pocos méritos que no puedo dejar fuera de este inventario, pues es también testimonio de su fecundidad y versatilidad. Consta de 13 partes: Obertura, La Vida de Ma Eugenia, Nueve hermanas, El Mundo no es..., Un Estremecimiento, Quién es la Asunción, Llegada a León, Tedeum, La Tiniebla y la Luz, Final de Fiesta , e Himno del Centenario.
Y así llegamos a la labor de Carlos como militante del Frente Sandinista. Hace tiempos aprendí que las cosas deben ser juzgadas en su momento histórico. La Revolución Sandinista fue una revolución soñada e idealizada por muchos miles de nicaragüenses, que estuvieron incluso dispuestos a dar la vida por aquel sueño. Pero ninguna revolución de la historia ha soportado la carga de frustración o desengaño que el paso del tiempo les impuso.
Muchas de las canciones de Carlos son anteriores al triunfo de la revolución y lo que hacen es compartir ese sueño. Cantar su propia revolución idealizada. (Las revoluciones son a veces inventadas por los poetas.) Y Carlos canta a unos ideales y no a una ideología. Su Nicaragua nicaragüita, se seguirá cantando mientras existan soñadores de una Nicaragua mejor.
Gran parte de su Canto Épico al Frente Sandinista está dirigido más bien a la persona y a la gesta del General Augusto César Sandino, el hombre-símbolo apropiado y expropiado por el Frente, a cuyo nacimiento asisten los Arboles: La Ceiba, El Malinche, El Chilamate, El Jocote, El Espavel, El Granadillo, El Genízaro, y El Jícaro. Que se redamen las Copas, Somos los Libertadores, Es Sandino que Vive, Compañero Cesar y Un Nica de Niquinohomo
Canta también la gesta heroica de los muertos en combate, muchos de ellos amigos suyos, y sinceros en su lucha, como Carlos. Canta a: Leonel Rugama, A Gaspar García Laviana, A Camilo Ortega, a Arlene Siu,( El Zensontle pregunta por Arlene ) a la Muchacha del Frente Sandinista, a Casimiro Sotelo, Julio Buitrago, a Luisa Amanda Espinoza, al Comandante Marcos, a Pablo Úbeda y al Comandante Carlos. Y a las gestas de, Raití Bocay, y Pancasán.
Pero son relativamente pocas las canciones dedicadas al Frente como organización o partido y ninguna dedicada a sus líderes sobrevivientes.
De sus canciones al Frente recuerdo solamente: El Nacimiento ( Como un Chilotito Tierno), La Consigna, Aquí no se Rinde Nadie ( El Ave Canta Aunque la Rama Cruja ), No Pasarán ( Coautora Gioconda Belli ), En el Corazón de las Segovias, El Rapto, Himno del Frente Sandinista, 19 de Julio y el Himno de la Unidad Sandinista.
No voy a dejar fuera de inventario algunas canciones del disco Guitarra Armada que casi todos preferimos olvidar: El Garand, Qué es el Fal, Las Municiones, Carabina M1, Los Explosivos, Memorandum Militar 1-79, Un Tiro 22, Nicaragua es una 50 ( Coautor Tomás Borge )
A quienes creen que sin duda cubrí ya la totalidad de su producción musical les agrego esta otra retahila de canciones:
A Rosendo Alvarez, Al San Fernando le Zumba el Mambo, Antojitos Nicaragüenses, Batiendo Pinol, Canto de Amor a Managua, Quién es esa Muchacha, Chigüincita Campesina, El Guachipilín, La Flaquita de Esteli, Atenete al Santo, El Pocoyito, El Alcaraván, Entre los Escombros cuya paternidad no quiso reconocer juzgándola cursi, La Fritanga (una de muchas canciones hechas con Luis Enrique ), La Guitarra y la Mujer, La Herencia, La Quiebraplata, Yo te Amo Nicaragua, Las Abejitas que cantó una sola vez en mi casa y luego perdió la letra, cosa que acontece con frecuencia. Machalá, Madre Nicaragüense, Nicaragua es un Chischil, Pajarita de la Paz, Que Viva el Boer, Soy Nicaragüense Güegüence, Soy Un Ciego, Súbete, Una Señora de Telpaneca, Porque lo quiere la Gente...Herty será Presidente y otras que sólo canta en la intimidad como: Mamá, Ese Chigüincito y Cuando Tú llegues dedicadas a sus hijos.
César Ramírez cree que Cuando Cae la Brisa la escribió Chas Mejía; pero yo la consigno como de Carlos porque, como decía El Indio Pan de Rosa: lo que es de mi papá es mío.

He llegado al final de mi testimonio sobre la obra musical de Carlos. En mi inventario, todavía inconcluso e incompleto, he nombrado por su nombre, santo y seña más de 182 canciones que lo colocan como el más prolífico de nuestros compositores, y como el más versátil. Pero falta caña que moler y estoy seguro que Carlos nos continuará sorprendiendo muchos años más. Cuando escribo estas notas me dicen que Carlos anda en España donde grabará un disco con sus mejores intérpretes españoles y que ya casi termina su nueva “ Misa de la Alegría”. Llegue a él mi más fraternal abrazo.

(Tomado del libro “Pura Jodarria”)

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