2 jul 2008

Cada artista tiene derecho a evitar que su obra fortalezca la opresión (END - Opinion)

Fernando Bárcenas*
END - 20:12 - 01/07/2008

“Hay un falso concepto de la política porque, desgraciadamente, esta actividad científica ha pasado a manos de ignorantes condicionados y arribistas inmorales”.

Manolo Cuadra
Carlos Mejía y su hermano Luís Enrique Mejía, seguramente están entre los más destacados cantautores nicaragüenses vivientes. Con su obra musical han contribuido al enriquecimiento del patrimonio cultural de Nicaragua y, desde ese ámbito artístico, han fortalecido la conciencia nacionalista y el proceso histórico de lucha por la democracia.

El orteguismo pretende, ahora, usar sus canciones en actos partidarios, para consolidar un régimen absolutista, en contra de la voluntad de los cantautores. La cultura refleja las contradicciones sociales, por ello, las clases reaccionarias intentan siempre convertirla en un instrumento ideológico de su imposición hegemónica.

La música de los compositores Mejía Godoy no sólo encierra la influencia poética del movimiento vanguardista. Con ella, efectivamente, exaltan las tradiciones del folklore, la irreverente picardía popular, el seductor escarceo de la muchacha humilde, la fiereza con que el trabajador del campo intenta cultivar la tierra. Además del sentimiento romántico, en hermosos boleros, los hermanos Mejía revelan en sus obras musicales el inconsciente colectivo del pueblo, a través de la psicología existencial de personajes populares producto de su inspiración. En otra vertiente de su música, los Mejía Godoy también describen con pasión provinciana la textura epicúrea de nuestra tierra tropical, su naturaleza exuberante y generosa que asalta con lujuria los sentidos.

Pero, sobre todo, su música expresa la lucha del pueblo por encontrar una salida nacional, democrática y progresiva. Donde fuera que su creación artística buscara inspiración --durante los largos años de la tiranía de Somoza-- su obra de trovadores encontraba a flor de piel el impulso recóndito del alma nacional que reclamaba dignidad. Volvieron, entonces, su actividad musical, primero, hacia la resistencia nacional --como hiciera el movimiento literario de vanguardia-- para hallar raíces ideológicas más profundas, de una cultura propia. Encontraron, así, el surco fértil de la decencia nacional tras las huellas de Sandino (que en su gesta heroica no pedía ni un palmo de tierra para su sepultura).

Como no han existido en nuestro país luchas obreras decisivas, de vanguardia política, es comprensible que no encontremos manifestaciones culturales socialistas. Salvo, quizás, en algunos poemas de Manolo Cuadra.

“Soplarán de los puntos cardinales / vahos vigorizantes de enviones proletarios: / algo que no sospechan las democracias: / espíritu de Rusia, cultura americana, / pues, en la misma gleba donde la bota hercúlea / tornó la arcilla estéril; / han de surgir, violentos, los estandartes nuevos.”

Manolo es el único poeta vanguardista que militó en un partido socialista, y que, por sus actividades fue torturado y encarcelado en diversas oportunidades por la dictadura de Somoza.

De forma igual, la música de los Mejía Godoy siguió, también, por coherencia vivencial, las ansias de libertad más próximas a su generación, en contra del somocismo. Al convertirse en militantes de esa lucha nacional, los cantautores dieron a su música una forma partidaria. Pero, el contenido, es decir, la esencia y el origen de esa forma partidaria, concentra un profundo anhelo popular por las libertades democráticas.

Y así debe ser. Somoza cae por una insurrección popular. La diferencia de calidad entre una revolución y un golpe militar radica, precisamente, en la participación decidida de las masas en la destrucción absoluta del Estado. Las formas organizativas, en una revolución, están al servicio de la lucha; son organismos de acción que se crean a propósito para darle cuerpo al despertar de la conciencia política de las masas. Por ello, para los socialistas, construir el Partido Obrero Revolucionario es imposible sin el desarrollo de la conciencia de clase del proletariado. Y el arte socialista, recoge con la forma, el contenido de la lucha. No hace sino reflejar en la conciencia los estandartes nuevos que Manolo señala que han de surgir de los enviones proletarios.

Cuando un partido, por el contrario, intenta hacer que predomine la forma organizativa abstracta, y deja a un lado los principios y la elaboración democrática del contenido programático, pretende construir una obediencia ciega al líder, y se convierte en un burdo instrumento de miserables intereses burocráticos reaccionarios.

Sólo así se hace comprensible que el partido de Ortega pretenda confiscar la obra creativa de un artista, concentrándose en la forma, para convertir esa obra en una cultura burocrática al servicio del partido. En lugar de poner a luz por qué los artistas e intelectuales, no sólo se apartan de su camino, con su obra y su capacidad creativa, sino, que le adversan, al percibir ahora que su régimen se enrumba a la opresión.

Habría que ver qué tipo de inspiración artística original pueda surgir, ahora, de ese culto a la personalidad del caudillo que promueve el orteguismo. Qué cultura, de lucha progresiva, puede producir un régimen burocrático, de tipo familiar, encerrado en negocios privados, cada vez más represivo y repudiado por el pueblo.

“Darío --dice Manolo Cuadra-- no fue el poeta de América. Olvidó una cosa, acaso fundamental: cantar a nuestros presidentes, caudillos, militares, al típico alcalde municipal y espeso. ¡Bravo, Rubencito!”. Hoy, por igual motivo, Manolo aprobaría la actitud independiente y digna de los cantautores Mejía Godoy.

El arte, para el socialismo, debe ser fiel a sí mismo. Es la parte más preciosa de la cultura humana; la parte espiritual que se deposita en la conciencia del hombre mismo. El socialismo apoya el desarrollo independiente de toda forma artística que contribuya a acrecentar el poder del hombre, y que aspire a liberarse de ser utilizado como instrumento de opresión.

La música, dice Trotsky, es una forma de arte excepcional. El conocimiento de la naturaleza que se deriva de esta forma de arte es profundamente refractado por la sensibilidad personal del artista, de modo que la música, a diferencia del resto de expresiones artísticas, opera como una revelación independiente de las relaciones materiales de producción. Beethoven, a su modo, expresaba, quizás, más poéticamente, cómo esta inspiración artística del músico era, para él, una forma de revelación divina. Decía Beethoven:
“Las vibraciones del aire son el aliento de Dios. La música es su lenguaje. Los músicos… leemos sus labios. Yo, con mi música construyo un puente que une las almas. Dios infecta mi mente con música… y, luego, me hace sordo. Y me grita a mí, porque soy sordo. En el silencio entre las notas, se puede vivir para siempre, en un lugar donde no existe la Tierra”.

Por esa particularidad creativa, la música, con mayor razón que las otras expresiones culturales, reclama una independencia más amplia.

El intento de Ortega de confiscar la obra musical de los hermanos Mejía Godoy, para usarla políticamente a su antojo, bajo el pretexto de la forma partidaria empleada en algunas de sus canciones, contradice el contenido libertario de esas mismas canciones, escritas y musicalizadas, precisamente, para acrecentar el espíritu de lucha del pueblo nicaragüense en contra de la dictadura (y hace que dialécticamente sea cada vez más válida la posición independiente de los Mejía Godoy).

A los derechos legales que protegen el control que los artistas tienen sobre su creación cultural, se añade la posición revolucionaria del movimiento socialista mundial, que en su programa libertario incluye la eliminación de toda forma de control gubernamental sobre la creación artística; y que combate toda forma de manipulación reaccionaria del arte para justificar la opresión de las masas.

Manolo Cuadra, como precursor nicaragüense de la nueva cultura, nos grita su admonición en las esquinas. “Es hora de decir: ¡alto ahí! Y de decir: ¡basta! Es hora de pueblos libres que han soltado sus amarras”.

*Ingeniero eléctrico.

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