12 ene 2010

Homenaje a Camilo Zapata - Por Carlos Mejia Godoy

CLARINEROMAYOR…HASTA SIEMPRE !!!

La noticia cayó como un “rayo-en-seco”. Aún cuando iba a cumplir sus 92 años el 25 de Septiembre y conocíamos su delicado estado de salud, agravado por el anzheimer, me negaba a imaginar una Nicaragua sin mi querido y entrañable Maestro Camilo Zapata.

En una entrevista, expresé hace algún tiempo, que yo tuve el privilegio de conocer personalmente a los cinco “baqueanos”, que me mostraron desde mi juventud el camino fecundo del amor a Nicaragua: El Profesor Carlos A. Bravo, desde sus charlas dominicales de Radio Mundial. Don Salvador Cardenal, creador de esa Universidad del Aire que fue Radio Centauro y posteriormente Radio Güegüence. Jaime Incer Barquero, con su pasión científica, mostrándonos la piel de Nicaragua. Pablo A. Cuadra convocándonos a la cultura y al humanismo, desde la Prensa Literaria. Y-por supuesto- el hombre que con su Caballito Chontaleño puso la primera piedra de ese edificio que ya es sólida arquitectura, inspirada en los elementos esenciales de nuestro Son de Marimba.

Desde l955, mientras estudiaba en el Salesiano de Granada, descubrí la chimbarona alegría de El Nandaimeño. Un año más tarde, desde el Seminario Nacional, me inundó la gracia decidora y galante de El Solar de Monimbó. Y cuando empecé a trabajar en la Radio, recién bachillerado en León, me dejé contagiar por una obra fecunda, que rebasando los linderos del canto regional, incursionaba en ritmos universales con maestría. De manera que al recalar en Managua, trabajando en Radio Mundial y la Corporación, tuve una visión más profunda de nuestro máximo cantor. Otto de la Rocha me lo presentó días antes del terremoto. Y quiero expresarlo con más énfasis que nunca: Lo que más me impactó del Maestro fue su modestia, aliada a su temperamento alegre y juguetón. Yo le decía respetuosamente Don Camilo y él me regañaba diciéndome con gesto amenezante: Si me volvés a decir Don, estás levantando un muro para que dejemos de ser amigos y colegas.

Colega yo? –me pregunté- un chavalo veinteañero, autor de un par de cositas insignificantes?. Pero él tuvo la deferencia de ofrecerme su amistad, de la cual he tratado de ser merecedor, siguiendo su ejemplo de ética y estética. Exigente con su obra musical y riguroso con su calidad humana. Y es que, para ilustrarlo con un ejemplo, Camilo jamás anduvo reclamando nada para él. Que yo sepa, nunca se le vio tratando de demostrar que él era el verdadero fundador del son nica. Enemigo de la vanalidad de quienes se erigen como Reyes, Emperadores y Príncipes del Pentagrama nacional, se limitó a ejercer su oficio, con la misma sencillez con que asumió su trabajo de topógrafo, recorriendo todos los poros de nuestra geografía.

Recuerdo cuando, desde el Clan de la Picardía, se me ocurrió llamarle “Clarinero Mayor del Son Nicaragüense”. Se tiró una carcajada sonora y aceptó el invento –según sus palabras- “clarinero, pues bien, porque soy zanate. Y mayor porque ya voy pasando de los quince”. Y ese era él. Sencillo, llano y transparente. Por eso, ahora que se nos ha marchado, para integrar el Coro de los Querubines, quisiera imaginar el recibimiento que habrán de tributarle sus colegas. De seguro saldrán a abrazarlo: el genial “Oreja de burro”. El Zenzontle Erwin Krüger, el Chichiltote Victor M. Leiva, el Jilguero Tino López, el Pijulito Justo Santos y todos los finados de nuestra República de Pájaros. Por eso le decimos, desde su Nicaragüita:

Clarinero mayor…buen vuelo !!!

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