4 mar 2009

Y EL VERBO SE HIZO CANTO: EL OFERTORIO (MISA CAMPESINA NICARAGUENSE)

“Con los bejucos de estos brazos mantengo a la Maura y a mis cinco chateles. Por eso, lo único que le ofrezco al Colochón es esta energía y este entusiasmo, para seguir batallando en el trajín de cada día allá en Las Jagüitas”

El que hablaba se llamaba Olegario Sunsín. Apunté su nombre y después de la Misa lo busqué para seguir conversando con él. Su testimonio me llegó hasta la cal de los huesos. Después habló Feliciano Pavón, afilador en El Oriental. Doña Emérita Laragespada, que es fundadora del Barrio y Don Crisóstomo Trejos, que perdió un brazo en la Fiesta de Santo Domingo: “Por pendejo- explicó- porque andaba con mis farolazos.Y en vez de tirar la bomba, tiré el tizón”.

El Padre Uriel Molina, Párroco de la Iglesia Santa María de los Angeles, en el Barrio Riguero, levantó el micrófono inalámbrico y preguntó: -Alguien quiere decir algo?-

Una señora que frisaba los setenta años alzó su mano temblorosa y después de aliñarse el rebozo negro, dijo con voz temblorosa: “ Vivíamos con mi marido en Terrabona. El estaba organizado en una cooperativa y una noche llegaron a buscarlo con una patrulla y un Juez de Mesta. Escondí a mis hijos en la troje y a mí me culatearon hasta dejarme inconsciente. Haste ese día yo le pedía a Sinforoso que dejara de meterse en esas cosas. Pero cuando me lo dieron por desaparecido, yo juré “ por esta santa cruz” seguir luchando como Delegada de la Palabra, llevando el mensaje que el Padrecito Jorge, “el Griego”, nos enseñaba en las misas dominicales. Ahora vivo en Managua, porque mi hermana me fue a traer. Dejé abandonada la milpa, el frijolar y la ranchita que con tanto sacrificio habíamos levantado. Mis hijos andan en el monte. Yo le ofrezco a mi Señor Jesús lo único que me queda: la sangre de mis dos chavalos”

En la mesita humilde frente al altar, sobre un mantelito de cuadros rojos, había una cabeza de guineos verdes, una pana repleta de tomates, una cabeza de cebollas, tres tusas con “huevitos de amor”
y una botella de jicote-del-país. Yo apunté la lista de las ofrendas en una envoltura de cigarrillos. Pero en el rincón más hondo de mi corazón guardé lo más importante: los testimonios de aquella gente humilde, digna y trabajadora que, pese a la represión de la guardia somocista, se integraron a la lucha por la liberación de nuestra Patria.

Terminada la Eucaristía, el Padre Uriel me preguntó cómo iba la Misa Campesina. Saqué el papelito y agitándolo, como un barrilete cumiche, le dije rebosante de júbilo: “Aquí llevo El Ofertorio. Sólo me falta ponerle la musiquita”.

OFERTORIO

Letra y Música:
Carlos Mejía Godoy
Obreros y campesinos
Con el pan y el vino
Te ofrecemos hoy
Los chilincocos y almendros
Que montaña adentro
Nuestra tierra dio
Los caimitos bien morados
Los mangos pintados
De luna y de sol
Los pipianes, los ayotes
La miel de jicote
La chiche-coyol

YO TE OFREZCO SEÑOR
EN ESTA MISA
EL TRAJIN DE CADA DIA
TODA LA ENERGIA
QUE DA MI SUDOR
YO TE OFREZCO SEÑOR
MI TRABAJO ENTERO
LOS BEJUCOS DE MIS BRAZOS
Y EL VIVO ENTUSIASMO
DE MI CORAZON

LA CLASE TRABAJADORA
QUE DESDE LA AURORA
BUSCA SU LABOR
DESDE EL ARADO TE CANTA
DESDE CAD ANDAMIO
Y HASTA DEL TRACTOR
ALBAÑILES, CARPINTEROS
Sastres, jornaleros
Todos por igual
Herreros y estibadores
Y los lustradores
Del Parque Central