Carlos Mejía Godoy revela detalles
Edgard Barberena
END - 19:35 - 12/07/2008
La historia también puede repetir los mismos discos: Anastasio Somoza Debayle usurpó “María de los Guardias” para su campaña electoral de 1974, y luego, por las protestas de Carlos Mejía Godoy, le quiso comprar los derechos. 34 años después, algo de la misma musiquita se baila de nuevo en el escenario nacional, lo cual patentiza esa mala relación que ha existido en todos los tiempos entre el Poder y el Arte.
A 29 años del derrocamiento del somocismo, EL NUEVO DIARIO auscultó los inicios de la colosal obra del cantautor Carlos Mejía Godoy, considerado el artífice de “la banda sonora” que echó a rodar la revolución truncada en las elecciones de 1990.
Para llegar a esa “radiografía”, Carlos necesariamente tenía que recordar los referentes, “porque no se puede hablar de la canción revolucionaria sin pasar por la canción social”.
Recuerda a aquel chavalo de 18 años, que estudiaba en el Calasanz, que se asomaba a la calle a ver las primeras manifestaciones, quizá por curiosidad, o cuando Fernando Gordillo llegó a ese colegio con un grupo de muchachos del Pedagógico y del Goyena “a pedirnos a los estudiantes de secundaria que participáramos en las movilizaciones de esa época”.
Los fundadores del canto testimonial
Mejía hizo esta referencia, porque la canción política nicaragüense, llamada canción revolucionaria o testimonial no se dio de golpe, sino como parte de un proceso “por lo que inevitablemente escuchábamos las parodias que hacía Cabrerita en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y Tranquilino Jarquín.
Estos personajes, aunque no fueron compositores tradicionales, tuvieron el ingenio de tomar algunas canciones conocidas --como “La casita” y otras-- para ponerles textos alusivos a la guerra contra la intervención americana”.
“Cuando vamos creciendo, vemos en la canción nicaragüense algunos pequeños signos de canción social”. Recordó temas como “El vaquero”, una vieja canción de Salvador Cardenal con letra de Pablo Antonio Cuadra. También recuerda “El cosigüineño”, de Jorge Isaac Carballo; “El peón” de Otto de la Rocha.
Otros temas que recordó fueron “El arriero” y “El ganado colorado”, de Camilo Zapata, así como canciones de Erving Krügger, que “son pequeños puntitos que se van sumando y van llevándolo a uno hacia un conocimiento, y luego hacia una toma de conciencia”.
Las canciones que dieron el primer toquecito social las hizo su hermano Luis Enrique, en Costa Rica, registradas en el disco “Hilachas de sol”. “No son canciones que proponen una revolución o que plantean un cambio de sistema, pero ya ponen el dedo en la llaga”.
Cómo nace La Consigna
La Consigna nació en 1973, cuando Carlos regresó de Honduras donde estuvo “terremoteado”. No pertenecía al FSLN, organización a la que se integró al siguiente año, reclutado por el doctor Antonio Jarquín. Antes de escribir el tema, la muerte de Leonel Rugama le impactó.
A finales del 73, cuando vivía en la comarca Nejapa, tomó el acordeón con la idea de hacer una canción que todo mundo cantara y que fuera un tema para acarrear simpatía hacia el FSLN. A eso de las 11 de la mañana llega a su casa el Indio Pan de Rosa con su guitarra, y en la tarde aparece Guayo González.
Terminó la canción. Era una marcha, y no tenía lo que se llama el “seis por ocho” del son nicaragüense. Cuando Guayo acompaña la entonación, de pronto mete ese ritmo y el autor le dice albozorado: “¡Chocho, te luciste!”, y al día siguiente la estaban estrenando por primera vez en el Auditorio “Fernando Gordillo” (Auditorio 12) en la UNAN-Managua.
La alforja de su inicial rebeldía
La primera vez que Carlos puso su dedo en la llaga, fue con una estrofa de un tema que lo da a conocer: “Alforja campesina”, a la que le agregó el término “proletaria”, el cual era mal visto en la época. El canto ya califica un elemento del campesinado que es la alforja, con una identificación del campesino sufrido y explotado.
Y cuando pasa el tiempo y escribe “María de los guardias,” sin “imaginarme el éxito que esa canción iba a tener, pongo un elemento que me parece válido para ser presencia en ese espíritu antisomocista: “No ajustaba los 15 años, cuando me mataron al primer marido/ fue durante un tiroteyo contra un hombre arrecho llamado Sandino”.
“Pude haber puesto fue durante un tiroteyo en la guerra de Sandino, pero el ‘hombre arrecho’ en ese contexto, golpea, y es cuando se da un fenómeno curioso”.
A Somoza no le agradó esa frase, pero le gustó la canción que la asume, “igualito a la misma situación que hay ahorita, y hasta ahora que viene la campaña electoral de las elecciones municipales, se acordaron de La Consigna que estaba olvidada”.
Tacho se apropia de la canción y la convierte en himno de su campaña electoral en 1974, sólo que como todo dictador, también se las da de compositor, y le cambia “la parte filosófica” de la tonada para ordenar cantarla así: “…fue durante un tiroteyo contra un bandolero llamado Sandino”.
La pretendida compra
de Somoza
Sobre la compra de conciencia que Somoza quiso hacerle a Carlos Mejía fue testigo el periodista y ahora piloto José Antonio Bonilla Aguilar, quien lo llamó a su casa para regalarle una de las tantas fotos que le hizo para lo que fue la portada de su primer disco, “Cantos a flor de pueblo”.
Coincidió en su visita a la casa de Bonilla, el doctor Salvador Lacayo Selva, jefe de Relaciones Públicos del Distrito Nacional (alcaldía de Managua) quien lleva en la bolsa de su camisa un cheque por 15 mil dólares, y “me dice que me lo manda Somoza”.
“Aquí te manda el general Somoza los derechos de autor por la canción”, pero el cantautor le dijo que no podía aceptar eso y le pidió que le dijera al dictador “que mi conciencia no tiene precio, que se lo guarde para sus cigarros, y es más, si no retira mi canción de su campaña electoral yo tengo el derecho de demandarlo por las leyes internacionales”.
Esa demanda no la hizo Carlos porque era un riesgo bien grande, además, que en ese tiempo no era conocido internacionalmente. “Mis canciones no estaban en una sociedad de autores que, como ahora, me protegen, ¿y qué me iban a proteger las leyes de Nicaragua en ese entonces?, pero ahora --con el caso de “La Consigna”-- es otro cantar”.
La repuesta de Somoza, que parece haber dejado dando vueltas el disco de la historia, como lo apuntábamos al inicio, es para reflexionar y preocuparse: “Él no nos puede negar (el uso de la canción) porque yo soy nicaragüense, eso es patrimonio popular”.
Carlos acota: “Es igualito a lo que están diciendo ahora --y donde ya se sumó el Procurador General de Justicia-- y lo siguió haciendo el dictador”. Por eso, el compositor nos dice: “Te cuento esta anécdota, porque mi lucha ya viene desde entonces”.
Otras tentaciones
Carlos dice que pudo haberse enriquecido en aquellos años, por lo que recordó otra anécdota de don Luis Carrión Montoya, quien le puso un cheque de 10 mil dólares en la mano y le dijo: ¡Carlos, tú sólo vas a permitir que diga (con la misma canción) “Yo soy la María, yo soy una fiera, y por eso ahorro en la Financiera!”
Esto provocó que Carlos le dijera a don Luis: “No, si yo empiezo a vender mi música de esta manera, me voy a prostituir y ya no voy a pensar en los valores, sino en cuánto me van a pagar, le agradezco mucho. Ahí está Armando Castillo de la publicidad, dispuesto a dar ese testimonio de que eso ocurrió”.
Primer toque social en la canción
En la otra cara de “María de los Guardias”, Carlos puso el tema “Panchito Escombros”, su primera canción social, “donde señaló una situación específica, como fue la usurpación que hizo Somoza con la ayuda internacional que llegó después del terremoto de 1972, con la frase: “y como siempre la sardina, se la come el tiburón, y el que tiene más galillo siempre traga más pinol…”
Para esa época, Carlos no era miembro del FSLN ni pertenecía a ningún partido político. “Simplemente era y soy un cantor que le canta a su pueblo, pero años antes había participado en el festival centroamericano y de Panamá en Costa Rica con una canción titulada “Yo no puedo callar”, que habla de la posición del cantor como testigo de su tiempo”.
Participó en el grupo Gradas con Rosario Murillo, David Macfield, Alfonso Jiménez y otros artistas, “somos apresados y amenazados”, pero Carlos Mejía continúa produciendo temas como “Chinto Jiñocuago”, “Lencho Escaliche”, los que son las canciones sociales de la época, y las satíricas como “Tata-bucho” y “Clodomiro el Ñajo”, entre otras.
Paralelamente, canta en los barrios y en la universidad temas más comprometidos, dentro de los cuales está “La Consigna”, “Las mujeres del Cua”, “Rompe al arado rompe”, “Fulgencio el Carretero”, “Señor juez de mesta”, “Muchacha del Frente Sandinista”, que se la dedicó a Doris Tijerino, cuando estaba presa en 1969.
El Cristo de Palacagüina
La canción “Cristo de Palacagüina” nació en los años 70 cuando Carlos vivía por el cine León, en Monseñor Lezcano. A él le llegó una revista en la que venía un artículo escrito por el antisomocista doctor José Simón Delgado, quien decía: “Miguel Ángel Ortez, el capitán rebrujo, donde cuenta que ese general, con 17 años, se presenta ante Sandino, y éste le pregunta: ¿Cómo te llamas? Le da el nombre. Sandino le dice: “Sos de los chicos bien de Ocotal. Parecés gringo (porque era ojos azules y rubio) y con esa estampita no vas a ninguna parte, aquí te vas a hacer hombre”.
“No se preocupe, mi general, aquí vengo sin apellido, mi único apellido se llama Nicaragua y póngame a prueba”, le replicó Ortez a Sandino, y se convirtió en el general más joven en el ejército del General de Hombres Libres, a la edad de 21 años. El médico menciona un soneto de Manolo Cuadra dedicado a Ortez y dice: “… y tuvo en su batalla, y cuentan que ya muerto al pronunciar su nombre, se llenaban de pánico los yaquis”, hablando de su pueblo Palacagüina.
Carlos dice que Miguel Ángel Ortez es el Cristo de Palacagüina. “Ortez nace en Ocotal, muere en Palacagüina y resucita, por “lo que yo (en la canción) convierto a Palacagüina como en un Belén, donde nace al morir Miguel Ángel Ortez. Aunque no menciona el nombre del héroe en la canción, es un homenaje a Ortez”.
14 jul 2008
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